domingo, 1 de julio de 2007

Las parejas están bien cuando comen bien


Encontrado en algún lugar de internet, al loro con los dejes mexicanos que tienen su tela. Y luego el texto en sí, mecagoendios, pero tan arquetípicos somos??
Me temo que right.

16 Claves para sobrevivir en pareja


Las parejas que están enamoradas no necesariamente son las que están bien. Cuando se trata de armonía y felicidad, estar enamorado es absolutamente secundario. El amor no baña al perro, no hace las compras, no siempre se viste correctamente o soporta a los amigos del otro. Las parejas que intentan vivir sólo de amor, son una gran fortuna en manos de un comerciante mediocre, un mocoso torpe con buenas intenciones, una copa llena de espuma. Las parejas que están bien no son las que más se quieren ni las que más se extrañan, sino las que hacen, al menos, algunas de estas cosas:

a. Si ambos son alfa, uno se transforma en beta
En una manada de lobos, el macho alfa es quien toma primero la comida, se queda con las hembras y lidera al resto del grupo. El beta, en cambio, no necesita tantas guirnaldas ni trompetazos y se acomoda en un lugar satelital. En una pareja de personas, como en cualquier otro grupo, sólo puede haber un carácter alfa, porque si hubiera dos, nadie podría estar alrededor. El miembro alfa jamás comparte su liderazgo y protagonismo. Es como un árbol que hace sombra a su alrededor, y que ocupa todo el cielo, todo el aire y toda la tierra. Las parejas que están bien siempre se acomodan en roles distintos. Sólo uno puede comerse las patas del pollo, el otro, lamentablemente, deberá conformarse con la pechuga.
pues sí. pero, vamos a ver, uno no es alfa o beta para siempre, no? quicir, la cosa es intercambiable. Ahora tú prota, ahora yo prota.


b. Encuentran soporte logístico en una empleada doméstica
Es muy difícil sobrevivir a la rutina sin la ayuda emocional y ejecutiva de una empleada doméstica. Cada vez que los hombres se olvidan la leche fuera de la heladera, que revolean sus mugrientos bandoneones de medias en el piso o que siembran la cocina con migas de pan, ellos sienten “que viven la casa” y nosotras, que la matan poco a poco. Las parejas que están bien se ponen en manos de su mucama, y esperan sus visitas como sedientos peregrinos en el desierto, ansiosos por ser salvados.
no entiendo yo esto y, si lo entiendo, creo que me parece una chorrada.


c. Jamás usan sobrenombres terminados en “u” o “i” latina
El sobrenombre vulgar es la primera falta de respeto de la pareja, la capa inicial de melaza, de romanticismo rollizo. Ninguna pareja cargosa tiene chance. Los detalles amorosos de hoy, son las anécdotas kistch de mañana. Me animaría a decir que todos los que llaman a su cónyuge “pupi”, “coqui”, “bicho” “o amorci” merecen ser abandonados.Las parejas que están bien se comunican entre sí con un apodo ingenioso o el nombre de pila. Entienden que llamarse “vebu” o “pochi” es una perversa ignominia estética, y que nadie que tenga un poco de dignidad permitirá ser llamado por el nombre de un antipático pekinés de solterona.
jajá, por supuesto!


d. Tienen actividades complementarias pero no superpuestas
Las parejas que están bien poseen un encastre perfecto de vocaciones. Son suficientemente diferentes para poder evadir la competencia, pero tienen puntos de encuentro para compartir paseos, lecturas y conversaciones. Una arquitecta puede llevarse de maravillas con un diseñador gráfico, una maestra de colegio se logra entender muy bien con un veterinario y una actriz, por ejemplo, tiene buenas chances con un músico o un productor de espectáculos. Es improbable, en cambio, que un mimo y una ingeniera lleguen a buen puerto, o que dos escritores peleen sin que llegue la policía a separarlos. Por este motivo, existen los tardíos cambios de carrera, que en la mayoría de los casos-contra lo que pudiera parecer-, no son reuniones con la vocación perdida, sino meditados intentos de salvar la pareja.
así, a grosso modo, claro que tiene razón. pero ni tan fácil.


e. Incorporan las taras del otro a la rutina
Las parejas que están bien integran todas las ineptitudes y manías de su amado a la rutina. Por ejemplo, mi marido adora leer en el living con una reposera y el mate en el piso, sólo toma en vasos de boca ancha y bebe un lacteo alternativo mitad leche mitad yogur de banana. Me enorgullece sentir que he podido asimilar que su colorida poltrona playera estará en el medio de la casa cada vez que yo abra la puerta o que su gata dormirá con nosotros durante los próximos quince años.
Unx sabe donde está el umbral de su paciencia. Por dormir con una gata, hostiaputa, por ahí no se pasa.


f. No juegan dobles
Un vínculo sólido es aquel que evita conscientemente los juegos competitivos en pareja. Jugar dobles en tenis, paddle o incluso pool puede acarrear salvajes contiendas erizadas de burlas hirientes y reproches deportivos. Las parejas que están bien se ejercitan por separado o no se ejercitan, pero jamás se dejan tentar por la alta competitividad.
cosa buena de propósito, claro que sí. apoyo, apoyo.


g. Sincronizan el exceso de peso
La relación entre un gordo bon vivant y una mujer sana es una bomba de tiempo. Tarde o temprano, ese marido panzón y divertido que hace ricos asados se transforma en un paciente cardiovascular con 400 de trigliceridos a punto de estallar como un zeppelin de manteca, y su pareja no tiene más opción que acecharlo con las milanesas de soja por toda la casa. Inevitablemente, el gordo esconderá jamón crudo, buscará complicidad en sus hijos para gestionarse un choripán y terminará por agotar a su saludable esposa, quien lo abandonará, enferma de sacar piolines de salame de atrás de la heladera.La parejas que están bien tienen un acuerdo tácito en el peso. Para esto, existen sólo dos opciones: o se ponen el jogging para pasear en la costa y saquear los tenedores libres como dos vikingos borrachos fuera de control, o bien se lo ponen para ir a caminar a Palermo.
qué bueno, por favor.


h. No se acompañan a lugares
El pegoteo adolescente no tiene lugar en el mundo del amor eficaz. Los novios que esperan en el pasillo con la campera del otro en brazos, que se acompañan a la panadería a elegir facturas, o que escoltan a la novia hasta la parada del colectivo, son bufones ridículos destinados al rechazo.Las parejas que están bien saben conciliar la individualidad y el compañerismo, van juntas a donde ambos quieren ir, y van solas a los lugares que el otro detesta.


i. Reparten las obligaciones de manera justa o tiránica
La injusticia doméstica siempre deriva en complicados motines hogareños. Las parejas que funcionan bien siguen una de estas dos recetas:- Dividen exactamente todas las obligaciones. (Mi marido y yo, por ejemplo, hemos negociado nuestra cantidad de tareas diarias como mastines rabiosos que defienden su territorio. Yo soy la encargada de embolsar la ropa para el lavadero automático, pero él debe llamarlos y bajar las bolsas; y yo, por último, las recibo y las ordeno en el placard cuando vuelven.)- Someten o persuaden al otro para que haga absolutamente todo y nunca pueda comparar su esfuerzo con el suyo propio.


j. No son primerizos
Quienes se casan a los dieciocho, se divorcian a los treinta convencidos de que el mar está lleno de peces, y terminan, diez años después, abriendo mejillones podridos en el puerto. Las parejas jóvenes que no pudieron probar, equivocarse, y elegirse entre otra gente, se quedaron, básicamente, con lo primero que vieron. Por este motivo, tienen la secreta ilusión de que el mundo de los solteros está lleno de complacientes príncipes azules sin olor a pata e insaciables hembras sin trastornos emocionales. Las parejas que están bien revolvieron hasta el fondo del canasto y saben lo que hay afuera: emparchados galanes llenos de problemas y locas de remate que llaman y cortan toda la noche.
En el momento en el que sabes lo que hay fuera, es decir, lo que hay; creo yo que ni te quedas con lo que tienes...


k. No se regalan ni peluches ni corbatas
Un matrimonio en el que el hombre mira TV echado como una bolsa de tierra y demanda resfrescos y entremeses a los gritos jamás puede prosperar. Daniel, un amigo de un amigo, precipitó el final de una relación al regalarle a su novia una “llama que llama” de peluche para un cumpleaños. Ese mismo día, la chica en cuestión le armó el bolso y se lo dejó en el pasillo del departamento. Las parejas que están bien saben malcriar y consentir al otro. No regalan cachivaches sin sentido, ni artículos genéricos, ni se arrojan al fuego abrasador del romanticismo grasa. Los vagos, los inútiles y quienes no saben regalar tienen graves dificultades para sostener una relación, porque –contra lo que dice el adagio “la intención es lo que vale”- un desayuno en la cama es un gesto muy pobre si el café está aguado y las tostadas quemadas.


l. Se esfuerzan en la cocina
Las parejas están bien cuando comen bien. Es imposible llegar a la madurez sin resentimiento luego de haber soportado mala cocina durante años. Comer salchichas o hamburguesas en la juventud es pintoresco, a los cincuenta años, en cambio, es deprimente. Las parejas que están bien no le tienen miedo a un helado de pimienta rosa o a unos chips de remolacha, saben algo de vinos y, cada tanto, amasan el pan.
Un helado de pimenta rosa ni sé lo que es, pero: helado, pimenta y rosa, todo junto, mala pinta.


m. Niegan a una de ambas familias políticas y se integran a la otra
Si tomamos como promedio 2.5 hijos por matrimonio, asumimos que cada persona tiene 1 cónyuge, 1.5 hermanos, 2 padres y 4 abuelos, 3 tíos, 1.5 x 1.5 x 2 primos, 3.75 sobrinos de cada lado de la familia, 1 ahijado, y –si suponemos que es mayor- 3 amigos en pareja y 2.5 hijos cada uno.Si esto es así, cada miembro de la pareja tiene, además de Navidad, Año Nuevo, día del padre, de la madre, del niño y la fiesta de fin de año de su empresa, 38 cumpleaños anuales. Esto quiere decir que entre ambos, deben asistir a 74 agasajos; o sea, casi 1,5 por fin de semana.Es imposible resistir con estoicismo tal martirio festivalero y además negociar con el otro todos los eventos que se superponen. Las parejas que están bien desprecian y niegan a una de las dos familias y se fusionan con la otra y sus hijos pasan todos los fines de semana con los mismos abuelos o tienen primos que jamás conocen.
jajaja, que apoteósis de razón!!! la cuestión está en... quién cede pasar de una familia a la otra? supongo que ahí radica la sutileza estratégica que, normalmente, llevan a cabo las mujeres, arrastrando a sus maridos de sus casas hacia las de ellas y que, en ocasiones, señores, en ocasiones también llevan a cabo los hombres... enfermos de edipo.


n. Comparten rituales cotidianos
Las parejas que están bien tienen la jornada minada de curiosos guiños privados, leitmotivs y ceremonias. Mi marido y yo, por ejemplo, sólo vamos al cine si llegamos una hora antes y si está libre la fila 15.Si no estuviesemos juntos, yo extrañaría el deshonesto sabor a alfalfa de su yerba o sus somnolientos audiobooks de historia universal atronando los ventanales de la casa; y él, por su parte, extrañaría calmar mis napolitanos desbordes de enojo o encontrar mis llaves sumergidas en la pileta de la cocina. Las parejas que están bien dejan mojones de memoria en la rutina, para extrañarse, para reencontrarse, o para matizar los conflictos de la convivencia.
joder, qué cosa entrañable... (esto sucede???)


ñ. Licúan sus clases sociales
Que una chica de Quintana y Ayacucho se enamore de un muchacho del barrio “Los Piletones” de Villa Soldati, sólo tiene dos destinos posibles: o bien él renuncia a hacer asado con una remera atada en la cabeza o ella se hace los reflejos en casa, dada vuelta sobre una ensaladera plástica. Si un año van a Punta del Este, al año siguiente no pueden volver a San Clemente del Tuyú; uno de los dos hábitos debe morir. O “pieza” o “dormitorio”; o el choripán fluorescente o el queso feta, o los náuticos o el jogging de “La Salada”. En las parejas que están bien, las clases sociales se licúan. El miembro más hábil le imprime sus costumbres a la rutina, el otro se transforma dócilmente en su Pigmalión y, unos años después, aquí no ha pasado nada.
donde dice "licuar", quiere decir, "renegar"? y aquí no ha pasado nada... no, casi nada...


o. Manejan todas las técnicas de negociación
Las parejas diplomático-diplomática y camorrera-camorrero tienen gravísimas consecuencias. Los primeros pagan de más en todos los extractos de tarjeta de crédito y se comen las pastas crudas en todos los restaurantes. Los segundos, en cambio, viven siendo expulsados de los clubes, colegios o reuniones de consorcio a los que asisten.Las parejas que están bien se componen por un diplomático y un camorrero. El primero es quien re negocia el alquiler o le pide disculpas a un vecino por el volúmen de la música, y el segundo, en cambio, está a cargo de las amenazas telefónicas a la compañía de internet, de poner en su lugar a un pariente desubicado que insiste en hacer visitas inoportunas y de zarandear el mostrador de envíos a domicilio del supermercado cuando no llegan hasta su casa.


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